martes, 5 de agosto de 2014

SUCRE, UNA CIUDAD ESTILO COLONIAL


Hoy es tres de junio, el día del censo en Bolivia, nadie puede salir a la calle, todo el mundo debe esperar a que vengan los chicos y chicas del instituto para proceder a censar a nacionales y extranjeros. Solo puedo asomarme a la puerta del hotel, por la calle solo se ve alguna patrulla del ejército controlando que nadie incumpla el toque de queda.
He pasado la mañana leyendo en el patio del hotel, luego fui a comer y compartí mesa con un cubano que es profesor de educación física, y está aquí haciendo una selección de chicos y chicas para los Juegos Bolivianos, su especialidad es el tenis de mesa. Hemos estado hablando de Cuba y de España, tiene unos cuarenta y cinco años y pasa varios meses aquí, el también como yo, echa de menos a su familia que quedó lejos. Me regaló una insignia de la Federación Cubana de Tenis de Mesa.
Mañana, bueno ya es hoy, es nuestro aniversario, parece que fue ayer cuando quedamos en el Bodegón, ¿te acuerdas?, muchas felicidades, ¡te quiero!.
Después de pasar ayer todo el día enclaustrado, esta mañana he salido temprano a la calle, y lo primero que hice fue ir a la central de teléfonos para felicitar a Mari, ¡catorce años juntos!, luego visité la casa de la Libertad, que en un principio fue una capilla, luego se dedicó a la primera universidad fundada por los jesuitas.
Allí se formó el primer gobierno contra la corona española, y durante algún tiempo se reunió el primer parlamento de Bolivia.
Es un salón rectangular, con un antiguo coro a ambos lados, una  especie de púlpito donde se colocaba el alumno para examinarse y en la parte baja asientos para el público o para los familiares del alumno, en la parte alta se sentaban las autoridades y el clero.
Dos grandes cuadros de Bolívar y de Sucre presiden hoy la estancia, aquí se guardan todo tipo de objetos relacionados con la revolución. Luego me dirigí al museo de la iglesia, donde tienen una importante colección de pintura, aunque lo que más me gustó fueron unos muebles fabricados en las misiones de los jesuitas, la madera tenía incrustaciones de otras maderas, una obra de arte.
Luego estuve en la catedral, lo más interesante es el manto de la virgen, de gran valor, el edificio está en mal estado y no tiene un estilo definido, pues a lo largo de la historia ha sufrido diversas modificaciones.

He vuelto a comer al restaurante La Plaza, y luego un rato al hotel, a las cuatro de la tarde fui al museo de la Universidad Mayor Pontificia de San Francisco Javier, y después de pasar allí toda la tarde me fui a cenar al restaurante Kactus en la calle de España, antes de terminar la cena se fue la luz, por el fuerte viento que azota la ciudad.

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