La ciudad está en una
depresión, en un oasis rodeado de acantilados de piedra, dominando la villa una
antigua ciudadela en ruinas de donde tomó su nombre la ciudad.
Fue construida sobre
unos peñascos allá por el siglo X, sus alrededores están llenos de fósiles
marinos y a su pié se extiende un rico palmeral con más de doscientas mil
palmeras datileras, árboles frutales, cereales y legumbres.Después de dejar El Golea, nos metemos de lleno en la meseta del Tademait, esta hamada con suelo de arcilla se extiende de forma interminable hacia el sur, plana y sin vegetación, nos da la sensación de peligro y de dureza, lo que se podría definir como el vértigo a los grandes espacios salvajes. A 63 kilómetros de la ciudad dejamos a nuestra derecha
la pista que conduce a
Timimún, el firme es terrible, la conducción es muy pesada y todos nos
cansamos, aunque Jesús se lleva la peor parte.
Aïn Salah
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