Al hacerse de día los
primeros en levantarse éramos los del techo del camión, bueno a excepción de Emilín
que siempre retozaba un poco antes de levantarse, solo cuando Jesús ponía en
marcha el camión, saltaba del interior de su saco de plumas, se sacudía las que
tenía pegadas al cuerpo y bajaba a por el desayuno que el capi le tenía
preparado.
Hoy hace bastante frio
pero nos levantamos para hacer fotos del desierto al amanecer, subimos una duna
y nos preparamos, en ese momento unos camioneros allí estacionados, encendieron
unas cubiertas viejas para calentarse, y una enorme columna de humo nos
fastidiaba el encuadre.
Después del desayuno
salimos pitando hacia Aïn Salah, a donde llegamos al medio día, fuimos al
puesto de la policía para informarnos sobre la ruta a seguir, pero no
conseguimos demasiada información, llenamos los depósitos con el agua salobre
del puesto y luego fuimos a la gasolinera para cargar a tope de combustible, no
queríamos tener problemas, y salimos hacia el desierto. Nuestra moral estaba
baja, pues en la posta de la policía vimos unas fotos que advertían del peligro
de la ruta, eran de una familia de italianos medio momificados al sol, se
habían perdido al salirse de la ruta
Pensaban que el
desierto era un sitio para ir con niños pequeños, se equivocaron y lo pagaron
caro.
Solo pudimos llegar al
oasis de In Ghar, a solo 77km de Aïn Salah, pero es que nos detuvimos demasiado
tiempo en el bosque petrificado, un lugar lleno de grandes troncos de roca
diseminados por una amplia zona sobresalían entre la arena.
Al principio nos sabia
mal llevarnos algunos trozos de los árboles de piedra, pues pensábamos que si
cada persona que venía a ver aquello se llevaba un trozo, el bosque
desaparecería, mas tarde vimos que la gente del lugar tapaba los baches de la
pista con trozos de aquellos fósiles maravillosos, bueno pensamos que algo se
había salvado.
Dormimos en In Ghar, un
pequeño oasis con palmeras y una zona de huerta, pero nada parecido a los
míticos oasis de los libros de relatos antiguos, aquel tenía luz eléctrica,
pues el estado facilitaba a aquellos lugares unos grandes generadores diesel
para la comunidad, con el combustible gratis, así pues la paz del oasis se veía
alterada por el ruido del motor.
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