En Puerto Hambre
1 de febrero
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La noticia de la actuación del Notario hace dos
noches, cantando en un restaurante, ha transcendido, porque al bajar a
desayunar, viene a saludarnos la, hasta ahora distante, dueña del hostal.
Quiere conocer a Juanito el Romántico, " ya que le han dicho unas amigas
que canta muy bien, mejor incluso que el que actuaba esa noche ".
Afortunadamente no oye los " bufidos " que suelta Manolo, y todo
termina felizmente. ¡ Ah!, y con la promesa del Notario de que " si actúa otra noche " le avisará para que vaya a oírlo.
Concretadas las gestiones de vehículo, un pequeño
autobús suficiente para todos nosotros y equipo y avituallamiento para ocho
días en el macizo del Paine, aprovechamos la tarde para visitar Fuerte Bulnes y
Puerto del Hambre.
Es un recorrido no muy largo, 60 Km., pero que se
hace pesado por las condiciones del camino. A tramos de grava - lo que ellos
llaman camino ripiado -, y a tramos de tierra o finísima arena que el coche
levanta convirtiendo en una nube de polvo tras de si, aunque no tanto como para
evitar que parte de ella penetre dentro del autobús y nos cubra ropas y
mucosas. Y por si fuera poco, en todo el recorrido hay dos profundas
rodadas que hacen que el coche se
balancee lateralmente poniendo a prueba nuestros estómagos.
La historia de Puerto del Hambre es la de una de
tantas tragedias que debieron ocurrir en la época de la Colonización española.
El Rey Felipe II nombra a Pedro Sarmiento de Gamboa,
que había recorrido el Estrecho de Magallanes en 1.579 y había fortificado la
Primera Angostura para controlar el paso de piratas como Drake, Capitán General
del Estrecho y envía una armada al mando de D.
Diego Flores que llega maltrecha en 1.584. Faltan alimentos y tienen que
enfrentarse con una tierra inhóspita y los
rigores del clima. Sarmiento de Gamboa funda dos ciudades que llama Nombre de
Jesús y Rey D. Felipe, refundiéndose en una sola, la segunda, por las carencias
de todo tipo.
En Fuerte Bulnes.
Las desventuras se ceban en Sarmiento y
consecuentemente en la colonia: Un golpe de mar arrastra a la nave María cuando
Sarmiento estaba a bordo. Consigue arribar a Brasil, pide ayuda y envía dos
expediciones que no llegan a destino. Viaja a España en 1.585 para informar al
Rey y pedir mas ayudas, pero es apresado por corsarios. Consigue llegar a
España en 1.590, viejo, cansado, y nadie le escucha. Entretanto, en Rey D.
Felipe, la población ha ido muriendo de hambre y enfermedades. En 1.587, una
escuadrilla corsaria, al mando de un tal Cavendish, llega al lugar y encuentra
los cadáveres de los habitantes acostados vestidos en el interior de las casas.
Le impresiona tanto la escena, que bautiza a la ciudad como Puerto del Hambre,
con el que ha pasado a la posteridad. Solo encontró un superviviente, Tomé
Hernández, al que recogió.
Seguimos nuestro recorrido y arribamos a Fuerte
Bulnes, reproducción del fortín donde Chile, después de su independencia,
estableció el primer poblado en la elevación Punta Santa Ana, al tomar posesión
del estrecho y tierras aledañas en 1.843.
En las pingüineras.
Abandonamos aquellos lugares y nos dirigimos a ver
una colonia de pingüinos en el Seno Otway, a unos 70 Km. al norte de P. Arenas.
Marchamos por caminos de tierra, salvando loma tras loma en interminables
toboganes hasta llegar a lo que llaman pingüienera, que es
una colonia de unos 3.000 pingüinos, a la orilla del mar. Es casi de noche, y
hace mucho frio, pero los podemos observar estupendamente. Vemos como pasean
por parejas junto a sus nidos, que son hoyos en la tierra con dos cavidades, la
de acceso, y una segunda separada de la primera por un cambio en la dirección
del agujero. En la playa, al borde de un mar alborotado y de un frio color
gris, hay una gran cantidad de ellos formando una masa compacta que se desplaza
hacia uno y otro lado, como si paseasen por la orilla. Regresamos a P. Arenas.
Son las 22 horas y aún queda un poco de luz diurna. Los crepúsculos son largos.
Llovizna, como casi todas las tardes. El día dura ahora unas 18 horas, desde
las 4'30 hasta las 22'30 aproximadamente.
Volvemos al Estribo a cenar. Tardan mucho en
servirnos, creo que no están acostumbrados a atender grupos tan numerosos.
Estoy sentado entre El Notario y El Capitán. De pronto, éste dice a Juanan que
está sentado frente a él: " Juanan, estic maretjat ". Y empieza a
devolver como yo no había visto jamás. Tal como está sentado, con el cuerpo
vertical, sale de su boca un prolongado chorro de líquido color vino, con una
fuerza tal que, en perfecta parábola llega hasta el otro lado de la mesa e
impacta en el pecho de Juanan. El vómito se repite dos veces más, mientras los
demás, que nos habíamos quedado inmovilizados de asombro en la primera
andanada, nos apartamos como podemos y sin saber bien qué hacer.
El pobre camarero que nos atiende, se apresura a
coger un mantel de la mesa más próxima y a ponerlo como mamparo entre el vómito
y los comensales que hay en otras mesas. Otros camareros traen manteles que van
echando sobre mesas y suelo para cubrir lo devuelto.
Como es lógico, la cena ha terminado. Pedimos
disculpas, pagamos, y salimos del local cariacontecidos. Aunque después, y
mientras vamos hacia el hostal, y una vez pasada la tensión del momento, las
carcajadas acompañan a los sabrosos comentarios sobre lo acontecido.
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