domingo, 25 de septiembre de 2016

COMENZAMOS A CAMINAR...


Nuestro transporte.

9 de octubre
Después de una larga espera en el aeropuerto, en la zona de vuelos nacionales, cruzamos un espacio herboso para llegar al helicóptero de Gorka Airlines, un viejo aparato ruso para el transporte de tropas, licenciado de Afganistán.
Tras cuarenta minutos de vuelo y un ruido insoportable, aparece ante nosotros la pista de aterrizaje de Lukla, aparentemente muy corta, pero inclinada cuesta arriba hacia la montaña para compensar su longitud, para nuestro aparato esto no tiene importancia, pues no la utiliza, y se posa junto a unos barracones que hacen las veces de terminal, tiene también una pequeña torre de control, pero carece de radio, cuando se acerca algún aparato a la pista de aterrizaje, que es de tierra y gravilla, un operario con un silbato aparta a la gente que anda por las inmediaciones, y si alguno se hace el remolón le propina una pedrada.

Aeropuerto de Lukla

Descargamos nuestras cosas y nos dirigimos a un lodge, donde nos preparan un té y luego una comida ligera para salir hacia nuestro destino siguiente.
Comenzamos a caminar sobre las 13:15h, el camino es un continuo tobogán, en una hora de marcha llegamos a Phakding, a 2610m, hemos descendido 230m, pues Lukla está a 2840m.
Cuando llegamos el campamento estaba montado, empezaba a llover, cruzamos un pequeño puente bastante precario y dejamos las mochilas en las tiendas, como no habían podido montar la tienda comedor, fuimos a un lodge que había junto al campamento a cenar sobre las 18:00h.
Lo que relato a continuación se repetirá todos los días del viaje:
5:45, se abre la entrada de la tienda y dos chicos jóvenes sherpas nos despiertan con un good morning sir, thé?, y diez minutos mas tarde de dejarnos dos humeantes tazas de té, regresan con dos palanganas de aluminio con agua caliente y un washing water, sir!, a las 6:30h nuestro petate debe estar cerrado a la puerta de la tienda, nosotros nos vamos a desayunar y sobre las 7:00h comenzamos a caminar.
Estamos inmersos en un paisaje espectacular, grandes abetos, magnolios y rododendros, son nuestros compañeros de viaje mientras vamos remontando el rio Dudh Koshi, cruzando algunos puentes colgantes que asustan.

Puente colgante.

Sobre el medio día llegamos a las puertas del Parque Nacional Sagarmatha, allí controlan nuestros permisos de acceso al lugar mas espectacular del mundo. Cerca de Jorsale paramos a comer lo que se convirtió en la repetición de comida del resto del viaje. Más tarde cruzamos el puente de Larja, situado al sur de Namche Bazar, que cruza el rio en un entorno excepcional, y a una altura de vértigo. Las tablas de madera del suelo crujen al cruzarlo, y los sherpas colocan piedras para tapar los agujeros en los que los yacs pueden meter sus patas y lastimarse.
Desde el Larja bridge hasta Namche Bazar, deben haber unos tres kilómetros, pero la fuerte pendiente y la altura, ya superamos los tres mil metros, se alían en nuestra contra y la subida se hace bastante dura.
Llegamos a Namche sobre las 13:30h, antes paramos a tomar un té en un pequeño local en las afueras del pueblo, allí vi por primera vez a dos tibetanos vestidos con su tradicional chuba, su pelo alrededor de la cabeza trenzado con lana roja, tenían un aspecto feroz, me vino a la memoria los relatos sobre los guerreros Kampas de Michel Peissel. Continuamos andando hasta la zona donde estaban nuestras tiendas, a la calle principal de Namche Bazar le viene al pelo su nombre, toda está llena de tiendas y pequeños locales de comidas que regentan los tibetanos. En el centro de la vaguada donde se emplaza el pueblo hay varios bancales donde acampan diferentes grupos de senderistas, y como equipamiento solo cuenta con una letrina en un lateral para el alivio de los caminantes occidentales. Dejamos las cosas en la tienda y nos fuimos a dar una vuelta por las callejuelas del pueblo, entramos en un pequeño local que hacia las veces de bar, restaurante, cocina y dormitorio de la familia que lo regenta, allí comimos unos trozos de carne de búfalo seca y frita con jengibre con una especie de churro a modo de pan que estaba muy bueno.

Namche Bazar.

En el campamento la cena se servia a las seis de la tarde, cuando comienza a oscurecer, después de cenar, Santi, Toni y yo nos vamos al pub de Namche, nos tomamos unos orujos típicos de allí al son de la música de the Doors y al rato nos fuimos a dormir, pues al día siguiente la marcha era corta pero de fuerte pendiente, nuestro destino: Khumjung.

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