lunes, 7 de marzo de 2016

EN LA PATAGONIA

En Puerto Hambre

1 de febrero
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La noticia de la actuación del Notario hace dos noches, cantando en un restaurante, ha transcendido, porque al bajar a desayunar, viene a saludarnos la, hasta ahora distante, dueña del hostal. Quiere conocer a Juanito el Romántico, " ya que le han dicho unas amigas que canta muy bien, mejor incluso que el que actuaba esa noche ". Afortunadamente no oye los " bufidos " que suelta Manolo, y todo termina felizmente. ¡ Ah!, y con la promesa del Notario de que " si actúa otra noche " le avisará para que vaya a oírlo.
Concretadas las gestiones de vehículo, un pequeño autobús suficiente para todos nosotros y equipo y avituallamiento para ocho días en el macizo del Paine, aprovechamos la tarde para visitar Fuerte Bulnes y Puerto del Hambre.
Es un recorrido no muy largo, 60 Km., pero que se hace pesado por las condiciones del camino. A tramos de grava - lo que ellos llaman camino ripiado -, y a tramos de tierra o finísima arena que el coche levanta convirtiendo en una nube de polvo tras de si, aunque no tanto como para evitar que parte de ella penetre dentro del autobús y nos cubra ropas y mucosas. Y por si fuera poco, en todo el recorrido hay dos profundas rodadas  que hacen que el coche se balancee lateralmente poniendo a prueba nuestros estómagos.
La historia de Puerto del Hambre es la de una de tantas tragedias que debieron ocurrir en la época de la Colonización española.
El Rey Felipe II nombra a Pedro Sarmiento de Gamboa, que había recorrido el Estrecho de Magallanes en 1.579 y había fortificado la Primera Angostura para controlar el paso de piratas como Drake, Capitán General del Estrecho y envía una armada al mando de D. Diego Flores que llega maltrecha en 1.584. Faltan alimentos y tienen que enfrentarse con una tierra inhóspita y los rigores del clima. Sarmiento de Gamboa funda dos ciudades que llama Nombre de Jesús y Rey D. Felipe, refundiéndose en una sola, la segunda, por las carencias de todo tipo.
En Fuerte Bulnes.

Las desventuras se ceban en Sarmiento y consecuentemente en la colonia: Un golpe de mar arrastra a la nave María cuando Sarmiento estaba a bordo. Consigue arribar a Brasil, pide ayuda y envía dos expediciones que no llegan a destino. Viaja a España en 1.585 para informar al Rey y pedir mas ayudas, pero es apresado por corsarios. Consigue llegar a España en 1.590, viejo, cansado, y nadie le escucha. Entretanto, en Rey D. Felipe, la población ha ido muriendo de hambre y enfermedades. En 1.587, una escuadrilla corsaria, al mando de un tal Cavendish, llega al lugar y encuentra los cadáveres de los habitantes acostados vestidos en el interior de las casas. Le impresiona tanto la escena, que bautiza a la ciudad como Puerto del Hambre, con el que ha pasado a la posteridad. Solo encontró un superviviente, Tomé Hernández, al que recogió.
Seguimos nuestro recorrido y arribamos a Fuerte Bulnes, reproducción del fortín donde Chile, después de su independencia, estableció el primer poblado en la elevación Punta Santa Ana, al tomar posesión del estrecho y tierras aledañas en 1.843.
En las pingüineras.

Abandonamos aquellos lugares y nos dirigimos a ver una colonia de pingüinos en el Seno Otway, a unos 70 Km. al norte de P. Arenas. Marchamos por caminos de tierra, salvando loma tras loma en interminables toboganes hasta llegar a lo que llaman pingüienera, que es una colonia de unos 3.000 pingüinos, a la orilla del mar. Es casi de noche, y hace mucho frio, pero los podemos observar estupendamente. Vemos como pasean por parejas junto a sus nidos, que son hoyos en la tierra con dos cavidades, la de acceso, y una segunda separada de la primera por un cambio en la dirección del agujero. En la playa, al borde de un mar alborotado y de un frio color gris, hay una gran cantidad de ellos formando una masa compacta que se desplaza hacia uno y otro lado, como si paseasen por la orilla. Regresamos a P. Arenas. Son las 22 horas y aún queda un poco de luz diurna. Los crepúsculos son largos. Llovizna, como casi todas las tardes. El día dura ahora unas 18 horas, desde las 4'30 hasta las 22'30 aproximadamente.
Volvemos al Estribo a cenar. Tardan mucho en servirnos, creo que no están acostumbrados a atender grupos tan numerosos. Estoy sentado entre El Notario y El Capitán. De pronto, éste dice a Juanan que está sentado frente a él: " Juanan, estic maretjat ". Y empieza a devolver como yo no había visto jamás. Tal como está sentado, con el cuerpo vertical, sale de su boca un prolongado chorro de líquido color vino, con una fuerza tal que, en perfecta parábola llega hasta el otro lado de la mesa e impacta en el pecho de Juanan. El vómito se repite dos veces más, mientras los demás, que nos habíamos quedado inmovilizados de asombro en la primera andanada, nos apartamos como podemos y sin saber bien qué hacer.
El pobre camarero que nos atiende, se apresura a coger un mantel de la mesa más próxima y a ponerlo como mamparo entre el vómito y los comensales que hay en otras mesas. Otros camareros traen manteles que van echando sobre mesas y suelo para cubrir lo devuelto.

Como es lógico, la cena ha terminado. Pedimos disculpas, pagamos, y salimos del local cariacontecidos. Aunque después, y mientras vamos hacia el hostal, y una vez pasada la tensión del momento, las carcajadas acompañan a los sabrosos comentarios sobre lo acontecido.

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