Descansando en Phakding.
Salimos
hacia Lukla sin noticias de Mateo, supongo que no habrá volado a
Kathmandú, espero verlo alli en Lukla. El camino se no antoja
monótono a la vuelta, y el tiempo empieza a cambiar. Cuando pasamos
Phakding,
comienza
a llover, en este tramo la lluvia puede ser peligrosa, pues aquí los
desprendimientos son frecuentes en estas laderas de tierra.
Cuando llegamos a Lukla, Mateo está
esperándonos en un chörten que hay a la entrada del pueblo, nos
hace fotos según vamos llegando a nuestra meta particular, nos damos
un fuerte abrazo, estoy contento de verlo bien.
Esta noche no montamos las tiendas
pues comienza a nevar, vamos a un lodge a cenar y a dormir, las
calles están llenas de barro y excrementos de yak, pero dentro
estamos calentitos y contentos.
Llegamos a Lukla.
25 de octubre
Como ayer hizo mal tiempo los vuelos
se cancelaron y hoy la cola es tremenda, primero salen los que ayer
no pudieron y luego iremos nosotros. Pasamos el día en el
chiringuito del pequeño aeropuerto, bebemos té, comemos, y matamos
el tiempo leyendo o escribiendo.
Embarcamos en el helicóptero.
Al fin nos toca salir, Pemba nuestro
sherpa, nos trae unas katas y se despide de nosotros, él que se
había aficionado a las redondeces de la bota de vino, nos abraza con
sinceridad y emoción. Subimos al helicóptero e iniciamos el viaje
de regreso a la capital esperando llegar sanos y salvos. Al despegar
salimos por encima de la pista de aterrizaje, al final de la misma
hay un gran precipicio, en cuyo fondo hay varios aviones que no
pudieron despegar en su día y quedaron allí en el fondo, eso te
pone mal cuerpo. El viaje se desarrolla sin incidencias, pronto
estaremos en el hotel y podremos darnos una ducha.
Cena en el Cinderella.
Después
del aseo necesario nos fuimos a cenar al barrio de Tamel, a una
terraza en la tercera planta llamada “Cinderella”
donde celebramos la vuelta.
Estuvimos aún dos días mas en la
ciudad, aprovechamos para visitar algunos mercados alejados del
centro y también monumentos que al principio del viaje no pudimos
ver, andamos mucho por las calles y plazas, y fuimos a comprar los
regalos para los nuestros, aunque no sabíamos lo que nos pesarían
los petates y seguro que nos pedirían mas dinero por exceso de
equipaje.
Así pues el día 28 de octubre,
salimos del hotel al amanecer, después del pesaje y el pago de las
tasas de salida, y una propina que pagamos entre todos por el exceso
de equipaje, nos montamos en un avión de PIA, Paquistán Air Lines,
con destino a Karachi.
Aeropuerto de Karachi.
Al medio día, aterrizamos en Karachi, nos
llevaron a un hotel donde pasaríamos unas diez horas hasta que
saliésemos hacia casa. Nos quedamos sin pasaporte y teóricamente no
podíamos salir del hotel, pero en el mismo hotel organizaron una
visita a la ciudad pagando diez dólares por persona, Mateo y otros
se apuntaron, otro grupo decidimos ir a la ciudad por nuestra cuenta,
tomamos un taxi para todos por un dólar y nos llevó al centro de la
ciudad, allí fuimos vagabundeando por las calles disfrutando de la
vida cotidiana de aquellas gentes, yo me afeité en una barbería
tradicional, tomamos té en un puesto callejero que se suministraba
el agua de un bidón que tenía junto al puesto, paseamos por una
zona de talleres de ebanistería que tenían unos muebles
espectaculares, fuimos buscando una parada de autobús para volver al
aeropuerto, las calles estaban atestadas de gente, y cruzar por un
paso de peatones significaba jugarte la vida, teníamos que cruzar
cuando lo hacían los
Karachi, el otro lado.
habitantes de la ciudad para evitar los coches,
Toni tenía sed, pero no teníamos dinero local para comprar nada,
había un puesto de zumo de naranja que el dueño le ofreció por
signos la bebida, Toni le respondió también por signos que no
teníamos dinero, y entonces el vendedor le dio un par de naranjas
regaladas, subimos al autobús, estaban separados los hombres y las
mujeres, unos delante y otros detrás, también había una persona
que le daba indicaciones al conductor agarrado a la puerta delantera.
Esperando el vuelo.
Llegamos
sanos y salvos al hotel, Toni y yo fuimos a darnos una ducha y sobre
las diez de la noche nos llevaron al aeropuerto y muchas horas
después llegamos a casa.
Llegamos después de 30 horas.
Fin del viaje a Nepal de 1997.
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