sábado, 13 de febrero de 2016

LA CUMBRE NOS DA LA ESPALDA.

El cuñao en Berlín.

24 de enero.
5:00h. Jesús entra en la cabaña rápidamente, fuera estamos a -30ºC, yo propongo esperar a que amanezca para iniciar la subida, el viento es muy fuerte, durante toda la noche ha soplado con violencia, y la pequeña cabaña se movía sin parar, en el interior estamos a -19ºC, Jesús se arma de valor y vuelve a la tienda.
7:00h. Unos ingleses quitan la madera que hace de puerta y al ver que está ocupado se van.
8:00h. Nos vestimos y comenzamos a preparar el desayuno, sigue haciendo mucho frio y el viento no para, estamos los cinco dentro de la cabaña, nos tomamos té y galletas, Jaume sale a mear y le da una patada a la cocina y se cae el agua que se estaba calentando, rápidamente se congela en el suelo, recogemos el hielo y lo volvemos a poner en el cazo y seguimos haciendo agua para la subida.
9:00h. Salimos hacia la cumbre, hoy es el gran día, al cabo de un rato nos cruzamos con un grupo que se ha dado la vuelta, nos dicen que está muy mal para subir, nosotros seguimos hasta que perdemos la protección de la montaña, al iniciar el camino por la arista el viento es insoportable, Jesús tiene un pie muy frio y yo tengo los dedos de las manos doloridos del frio, nosotros decidimos dar la vuelta, le digo al cuñao que vuelva el también, pues ha devuelto otra vez, el quiere seguir un poco más, como Jaume y Sebas están por delante le dejo seguir a encontrarlos. Una hora después estamos todos en Berlín, no había forma de continuar, el tiempo nos ha jugado una mala pasada, hay que bajar, pues no parece que vaya a cambiar.
En 1882, Paul Güssfeldt, fue el primer europeo que se propuso ascender a la cumbre del monte Aconcagua, hizo dos intentos y no lo consiguió, estas fueron sus palabras que nos ayudan a comprender lo que supone esta ascensión:
En montañas de la altura del Aconcagua, se suman las dificultades normales, otras extrañas, provocadas por la inclemencia del tiempo, tales como el frio y el viento. Con tales sufrimientos y privaciones, ninguna fuerza humana es capaz de alcanzar la cumbre. Si al ascender al Aconcagua no brilla la buena estrella, nunca se llegará a la meta.
A la hora prevista para la llamada por radio, ya estábamos en Cóndor, y desde allí dimos la triste noticia de la retirada, yo tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar. En el campo base se alegraron de que bajásemos, pues estaban muy preocupados por el mal tiempo que hacía durante nuestra subida, y que ellos también habían padecido.
Recogemos las cosas de Cóndor y en poco más de dos horas estábamos en el campo base de Plaza de Mulas. Nos cuentan que en el campo base el viento había arrancado varias tiendas y ellos lo habían pasado mal. Estamos quemados, mas moralmente que físicamente, pero no nos queda más que resignarnos, la montaña es así.


     Juanan, Jaume, Sebas y Vicen.

Por la tarde se organizó un pequeño mercadillo de cosas de montaña, que la gente que se va vende para bajar menos peso, el capitán quiso vender todo su equipo pues no quería volver nunca más a la montaña, así sin equipo, no podríamos volver a convencerlo para hacer otro viaje, sacó sus cosas, y aunque lo vendía barato nadie le compró nada, su destino le ataba a nosotros.

Jesús y yo en la bajada.

25 de enero.
De buena mañana, el capitán me ha llevado a conocer a un alemán que toca una especie de tronco hueco, que al parecer utilizan en Australia, y suena  como las trompetas tibetanas, el capitán intenta hacerlo sonar y no lo consigue, el alemán toma un trago de cerveza, chupa la embocadura y acto seguido sopla por la tuba y un sonido ronco resuena por la planicie del campo base. 
Empezamos a empaquetar todo nuestro equipo, los petates se apilan junto a la tienda comedor de Panchito esperando la llegada de las mulas.
Nuestro amigo japonés no para de hacernos fotos, y cuando nos abrazamos para despedirnos sus ojos rasgados muestran su emoción.
La bajada fue bastante dura, pues hicimos de un tirón desde Plaza de Mulas hasta Penitentes, donde está la salida del parque, entregamos las hojas firmadas por Panchito donde él se hace responsable de bajar nuestra basura y en una camioneta nos vamos al hotel. Me doy una ducha, con gran placer, hace doce días que no me he duchado, y al ducharte te quedas sin fuerzas. 
Estábamos cansados, pero dimos buena cuenta de unas cervezas a precio de oro que tenían en el hotel. El capitán, Sebas, Jaimito y Panchito se marcharon a comprar carne para el asado, volvieron a las diez de la noche, el fuego llevaba ardiendo horas, pusieron la carne en la parrilla que estaba al rojo vivo, como los ojos de nuestros amigos los mercaderes, la cena comenzó, todos teníamos mucha hambre y sed, y casi sin notarlo las botellas de vino argentino se iban apilando junto a la mesa, la mujer de Panchito no lo podía creer, el asado se esfumaba por momentos, y eso que no estaba el notario.
Seguíamos teniendo sed, y el licor no parecía apagarla, al cabo de un rato me percaté que todo el mundo tenía la cara borrosa, me levanté y me fui a la cama, solo quería tumbarme un rato, y no me quité ni las botas.

En Penitentes, de pié, Vicen, Jaimito, el Capitán, Jaume, Juanan y Jesús.
sentados, Toni, Sebas, el Cuñao y Panchito.

1 comentario:

  1. Juananto, este mes, el día 23-24 tenemos el encuentro de ladrones en Elche. No creo que esté lejos de tu casa. Vas a venir?

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